viernes, 25 de febrero de 2011

El equipo de atención de violencia de género en la ONG

l equipo de Salud Mental en la ATENCION DE VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA ONG
(Reflexiones desde la trinchera)
Por Clelia Bercovich.
El modelo de abordaje para la atención de la violencia doméstica fue implementado inicialmente por ONGs de mujeres en Argentina a inicios de los ochenta y fue asimilado más adelante por el estado. Violencia Doméstica hacia la mujer, discriminación social y subordinación del colectivo de las mujeres (en el ámbito social, forman parte de la llamada “Violencia en base al género”.
Existen fenómenos subyacentes, de tipo representacional y simbólico que obstaculizan los avances, que deben materializarse en programas política y económicamente sostenidos para contar con refugios, recursos materiales y campañas permanentes de sensibilización y concientización. Esto no sucede.
La subestimación teórica y política respecto de este tema - y su banalización- aún se hallan vigentes. Buena parte de las expectativas se vuelcan sobre los espacios asistenciales de las ONG, las que aún contando con valioso material humano especializado, funcionan de manera precaria por falta de apoyos tanto públicos como privados
En los ochenta, el trabajo a pulmón de las ONGs que asistían la violencia doméstica se surtía de una masa de trabajos críticos del psicoanálisis tradicional, en producciones académicas que incorporaban nuevas visiones sobre la construcción de la subjetividad de las mujeres. El trabajo voluntario, motorizado por utopías - crear un mundo más justo y democrático para los géneros- daba legitimidad, en tanto las profesionales se sostenían económicamente con el propio trabajo privado de sus consultorios. Había mucho por hacer para “sensibilizar y concientizar en el tema”. En ese punto del transcurrir-se, teoría y práctica no presentaban contradicciones. La violencia de género era uno de los emergentes más claros de un ancestral poder patriarcal que debía ser develado, descubierto y denunciado. La tarea era otorgadora de sentido y brindaba legitimación tanto a la organización como a sus integrantes.
Los tiempos han cambiado, las “góndolas posmodernas” ofrecen ahora muchas teorías alternativas -ni tan totalizadoras ni tan tersas- pero, como no podría ser de otro modo, quiebran el dogmatismo de lo Unívoco. Cierta dosis de desconcierto es inevitable.
¿Qué nos sostiene ahora?
El fenómeno de la atención de la violencia de género al interior de una ONG no ha sido estudiado con frecuencia. Nos referimos a variables en juego, obstáculos y transformaciones, contexto y condiciones de producción de las tareas. Tampoco se han descripto suficientemente los esfuerzos cotidianos para sobrevivir por parte de estos grupos de trabajo con tareas dirigidas a la comunidad. Mis apuntes en el tema provienen de reflexiones de las reuniones de equipo, y post reuniones de equipo y se refieren a contexto de trabajo, metas y cambios y conflictivas, malestares, fracasos, obstáculos, desánimo y esperanzas, y también ,-- por qué no decirlo-- una reiterada confirmación : la magia que aún conserva el trabajo en función de la comunidad.

¿Cuáles son los sustentamientos subjetivos de las profesionales psicólogas para ejercer la pesada tarea de lidiar con el horror y lo siniestro en un marco de desestimación política del tema, falta de retribución económica y valoración de su trabajo? ¿Cómo se sobrevive material y subjetivamente en un escenario donde las ONG de mujeres se transforman - y dejan de investir a quienes en la práctica “se las ven cotidianamente” con las afectadas en riesgo? ¿Cuál la mística del ejercicio profesional en las ONGs en el marco de los cambios de las políticas institucionales que no privilegian dicha asistencia?

Los cambios en el campo teórico-político del abordaje de la violencia de género relegaron la atención desde un inicial “serlo todo” en el tema, a constituirse en una instancia anacrónica y carente de mérito. El personal, aunque altamente capacitado, muestra diferencias en la formación específica que, de pronto, resultan “inadmisibles”, cuando “antes” no se estudiaron exhaustivamente las estrategias metodológicas o herramientas teórico técnicas.
Si no se analiza la inserción del grupo de trabajo de asistencia dentro de las nuevas variables en la ONG se empuja hacia el “retorno” del viejo modelo de “lo privado” del que salió cuando legitimaron en conjunto la vía institucional como modelo válido para el abordaje del tema.
Si el equipo de asistencia se aísla o resulta aislado del contacto con “el mundo exterior”- por considerarse su tarea tanto “especial” como “obsoleta”- puede terminar en estado de “revuelta incipiente”, cargado de malestar y resistencia. Apoyándose únicamente en su profesionalización, el ejercicio resulta asfixiante. El sector que contiene a las mujeres afectadas por el flagelo de la violencia doméstica separado de las bases ideológicas, políticas y de los procesos de gestión institucional se identifica con las afectadas: a la devaluación que trae la mujer víctima se suma la de sus terapeutas.
Uno de los recursos que aparecen en el imaginario de la institución es “volver a las bases históricas fundacionales” a la manera de un caracol que se repliega frente a las amenazas. Retrocede la capacidad de visión y prospectiva; el fermento de la rebelión de las integrantes desplazadas y aisladas busca algún sentido de existencia . Se trae a la memoria el “aspirar a lo que fuimos” o sea, siempre “arde la antorcha del voluntariado”, manteniéndose una cuota de idealización en la “entrega altruista”, valor típico y ancestral del estereotipo femenino tradicional. Como es de suponer, esta perspectiva no prospera.

Coexisten en el espacio asistencial el discurso voluntarista, el discurso psicoanalítico, su meritocracia y sus emblemáticas; las representaciones de la práctica privada; la memoria militante; polémicas sobre quienes pueden o están habilitadas para desarrollar acciones. Las integrantes de una ONG se encuentran inmersas en un verdadero “cajón de sastre”. Ese escenario es un genuino generador de stress y alta conflictividad, ocasionando verdadero sufrimiento en los integrantes del equipo, al que se suma la atención la violencia, el contacto con el horror y lo siniestro.

Las contradicciones emergentes de los cambios en las cuestiones institucionales, dan lugar, a veces, a formas anárquicas y contradictorias como por ejemplo:
Se emplea una lógica cooperativa y participativa en los intercambios verbales.
En cambio, en las gestiones interinstitucionales, se expresa un sesgo ndividualista y personalista de los logros. El doble discurso se generaliza. Hay confusión entre lo que se dice y lo que se hace y desconfianza gneral. . Buena parte de la energía libidinal destinada al trabajo específico se ubica en la ONG en la preocupación para subsistir. Aún cuando los recursos humanos profesionalizados lleven años de experiencia en el tema -que manejan con solvencia teórica y técnica y una pertenencia institucional sólida- esto no significa que estén preparados, capacitados o habilitados por su quehacer específico para transitar los andariveles de los procesos de gestión. La historia y/o el direccionamiento de la política institucional en la ONG las coloca por fuera de la práctica de la autonomía para la generación de contactos extra-institucionales.

Los conflictos al interior del equipo pueden centrarse en las diferencias de poder que se establecen y de "privilegios" simbólicos y o reales que se manifiestan a partir del hallazgo de recursos o facilitaciones. Con el ingreso de subsidios o fuentes de financiamiento, se producen fragmentaciones al interior de los equipos y se vuelve necesario elaborar los sentimientos de discriminación o exclusión y el reconocimiento de diferencias entre los miembros.
El desempeño creativo y la propia valoración se afectan por el malestar institucional: la fragmentación puede ser la resultante de las luchas internas y la competitividad.
La eficiencia en la capacidad de gestión otorga afirmación operando en la estructura La capacidad de gestión, en la tensión Sujeto/Grupo triunfa sobre el enaltecimiento del altruismo de otrora.
En el espacio asistencial de la Ong se pueden detectar representaciones y percepciones de quienes han transitado- como en mi caso- la de atención de consultantes en violencia doméstica:
1) Referidas a presiones y demandas diversas (institucionales, económicas, de las consultantes, de la justicia, de las escuelas etc.).
2) de los grados de afectación por las bajas condiciones de seguridad de contexto.
3) Registros internos silenciados de desamparo, fragilidades correspondientes a la falta de recursos generales respecto de la atención, en la medida en que se funciona como “la parte por el todo necesario para asistir” (por ejemplo no hay vigilancia y las parejas violentas pueden merodear por la zona).
Heroínas en la trinchera
La falta de marcos de apoyo externo e interno de la tarea asistencial fomenta el aislamiento del grupo de las prestadoras, puede provocar un reforzamiento de la concepción de “heroicidad en la trinchera” de lo asistencial y de resignación en la lucha por mejores condiciones, entre ellas, eliminar el riesgo objetivo de consultantes y prestadoras.
Recomendaciones. Las prácticas saludables.
- Un equipo de atención de la violencia de género que asiste desde una ONG debe analizar permanentemente sus condiciones objetivas y subjetivas de existencia, su ideología y marco teórico al interior de la institución y su relación con otros sectores de la institución revisando sus competencias, deberes y derechos, el interjuego de roles, ideales, metas, historia, expectativas pasadas y presentes.
- El reconocimiento de factores de contexto silenciados y sus efectos: “la parte que se brinda no es el todo que se necesita” es el concepto que no debe dejar de tenerse en cuenta pues permite bajar a tierra y reducir la omnipotencia de las prestadoras.
- La uniformidad de criterios de funcionamiento se debe reflejar en el uso de un protocolo consensuado.
- Las diferencias personales y conceptuales son probables fuentes de crecimiento para el grupo de trabajo
- El ejercicio de la producción teórica y técnica también protege de efectos nocivos del “heroísmo en la trinchera”.
- La conducción debe estimular las fortalezas, iniciativas y creatividad y promover la salida del aislamiento individual y/o colectivo que suele revestirse de omnipotencia.
- Los equipos de trabajo deben realizar análisis periódicos con un analista psicólogo institucional para preservar a sus integrantes, elaborar los cambios y contener el stress que el mismo funcionamiento genera, fomentando la creatividad del grupo de trabajo.
lic. Clelia Bercovich.
Experta en Violencia en base al Género
Buenos Aires, 2011-02-24

miércoles, 23 de febrero de 2011

EL EQUIPO DE ATENCION DE VIOLENCIA DE GENERO EN LA ONG Y LAS NUEVAS POLÍTICAS DE INVERVENCION

- EL EQUIPO DE ATENCION DE VIOLENCIA DE GENERO EN LA ONG Y LAS NUEVAS POLÍTICAS DE INVERVENCION


Las ONGs de mujeres fueron pioneras en el país en la asistencia de la violencia que sufren ( las mujeres) en base a su género. El modelo de abordaje fue asimilado más adelante por el estado. Sin embargo, aún falta mucho para el logro de una asistencia integral y eficiente.
Existen fenómenos subyacentes, de tipo representacional y simbólico que obstaculizan su tratamiento de manera integral. La subestimación teórica y política respecto de este tema y su banalización, incide generando un trasfondo de riesgo para consultantes y profesionales.
Subsiste un marco global de carencias de todo tipo (estadísticas, campañas, refugios, redes de atención) y esta situación sigue inclinando buena parte de las expectativas de abordaje sobre los espacios asistenciales de las ONG, las que aún contando con valioso material humano especializado, funcionan de manera precaria por falta de apoyos de todo tipo, tanto público como y privado
a) Las representaciones subjetivas en el espacio asistencial.
Se pueden detectar algunos registros perceptuales de las integrantes de la ONG respecto a la misma y al marco general del proceso de la atención.
- Registros subjetivos respecto de las presiones y demandas diversas (institucionales, económicas, de las consultantes, de la justicia, de las escuelas etc.).
- Percepciones respecto de los grados de afectación por las bajas condiciones de seguridad de contexto.
- Registros internos silenciados de desamparo, fragilidades correspondientes a la falta de recursos generales respecto de la atención, en la medida en que se funciona como “la parte por el todo necesario para asistir” (por ejemplo no hay vigilancia y las parejas violentas pueden merodear por la zona).
b) De la historia
En los ochenta, el trabajo a pulmón de las ONGs que asistían la violencia doméstica se surtía de una masa de trabajos críticos referidos a las hipótesis del psicoanálisis tradicional, producciones académicas que incorporaban nuevas visiones sobre la construcción de la subjetividad de las mujeres. El trabajo voluntario, motorizado por utopías - crear un mundo más justo y democrático para los géneros- daba legitimidad, en tanto las profesionales se sostenían económicamente con el propio trabajo privado de sus consultorios. Había mucho por hacer para “sensibilizar y concientizar en el tema”. En ese punto del transcurrir-se, teoría y práctica no presentaban contradicciones. La violencia de género era uno de los emergentes más claros de un ancestral poder patriarcal que debía ser develado, descubierto y denunciado.( Este poder patriarcal estaba, por supuesto) , afuera de la ONG. La tarea era otorgadora de sentido y legitimación tanto a la organización como a sus integrantes.
Los tiempos han cambiado, las “góndolas posmodernas” ofrecen ahora muchas teorías alternativas, ni tan totalizadoras ni tan tersas, pero, como no podría ser de otro modo, quiebran el dogmatismo de lo Unívoco. Cierta dosis de desconcierto es inevitable.

c) ¿Qué nos sostiene ahora?
El fenómeno de la atención de la violencia de género al interior de una ONG no ha sido mayormente estudiado. Nos referimos a variables en juego, obstáculos y transformaciones, contexto y condiciones de producción de las tareas. Tampoco se han descripto suficientemente los esfuerzos cotidianos para sobrevivir por parte de estos grupos de trabajo con tareas dirigidas a la comunidad.
Mis apuntes e interrogantes provienen de una constante observación de diferentes conflictivas emergentes durante décadas de trabajo y pertenencia a una ONG, cambios y transformaciones, malestares, fracasos, obstáculos, desánimo y esperanzas, sobre todo, un elemento algo enigmático en este mundo en el que el mercado reina: la magia que conserva el trabajo en función de la comunidad, sublimación que encierra una capacidad reparatoria hacia quien lo ejerce a veces incomparable. El transcurrir al que hacemos referencia es semejante al de muchas ONG con una estructura similar a la nuestra.
¿Cuáles son los sustentamientos subjetivos de las profesionales psicólogas para ejercer la pesada tarea de lidiar con el horror y lo siniestro en un marco de desestimación política del tema, falta de retribución económica y de recursos?
¿Cómo se sobrevive material y subjetivamente en un escenario donde las ONG se transforman, - y habrá que reflexionar sobre este impacto en general y en lo particular- recibiendo aportes financieros que no subsidian estas prestaciones sino otras?
¿Cuál la mística del ejercicio profesional en las ONGs en el marco de los cambios de escenarios sociales y políticos?
Los cambios en el campo teórico-político del abordaje de la violencia de género relegaron a la atención de la violencia de género desde un “serlo todo”, asistencia más capacitación, a un núcleo enquistado, anacrónico y carente de interés para la dirección de la institución como a las otras instancias extrainstitucionales, gubernamentales y privadas. El personal, aunque capacitado, muestra diferencias en la formación específica que de pronto, por esas razones del mercado de posibilidades de acción, resultan “inadmisisbles”. Las terapeutas son viejas concubinas de harén hoy relegadas a una nada, ni se considera la experiencia acumulada, ni los aprendizajes realizados en el camino; son como “cristianos conversos”, nunca legítimos.
Entendemos que si no se analiza el contexto actual en la ONG y la inserción del grupo de trabajo de asistencia dentro de las nuevas variables: los procesos de gestión extra institucional, que de pronto sí aceptan incursiones “oportunistas” que aprovechan el prestigio de la institucional para montarse sobre él, sobre la base de “ saber gestionar”, prestigio logrado por todo el conjunto o colectivo de trabajo. Esto genera una situación de injusticia y desconsideración que a su vez, obliga a las legítimas trabajadoras a adherirse al viejo modelo de “lo privado” del que salimos cuando legitimamos la vía institucional como modelo válido para el abordaje del tema. A la devaluación que trae la mujer víctima se suma la de sus terapeutas.
Frente a los conflictos intra- institucionales, uno de los recursos que aparece es volver a las bases históricas fundacionales, a la manera de un caracol se repliega su capacidad de visión y prospectiva; la flexibilidad de poder adecuarse y ser reconocida en esa flexibilidad en torno a la aceptación política de las acciones (trabajar como psicóloga en terreno en los proyectos, ser incluida, los proyectos en terreno no suelen incluir asistencia) se recurre a las variantes históricas que otorgaron sentido de existencia ; se trae a la memoria el “aspirar a lo que fuimos” o sea, siempre “arde la antorcha del voluntariado”, manteniéndose una cuota de idealización en la “entrega altruista”, valor típico y ancestral del estereotipo femenino tradicional.
Conviven en el “escenario representacional y simbólico de la ONG “ las prácticas de las voluntarias de otrora”, la asistencia gratuita, el discurso psicoanalítico, su lenguaje, su meritocracia y sus emblemáticas; las representaciones de la práctica privada; la memoria militante; las angustias derivadas por requerimientos técnicos de los proyectos participativos; polémicas sobre quienes pueden o están habilitadas para desarrollar acciones, posturas institucionales que deben volver a repensarse.
En los ochenta se adhería al “borramiento de fronteras” de las diferentes especializaciones humanísticas. Hoy se le opone una no muy explícita demanda de tecnología y /o tecnocracia que exigen los financiadores internacionales de proyectos etc. O sea, las integrantes de una ONG se encuentran inmersas en un verdadero “cajón de sastre”, en el que algunas, son las que se integran a los proyectos financiados y las otras el” quiosco” de la institución, trabajando en forma gratuita o por honorarios mínimos , realidad contraria a sus propias concepciones.
Este escenario es un genuino generador de stress y alta conflictividad, ocasionando verdadero sufrimiento en los integrantes del equipo, al que se suma la atención la violencia, el contacto con el horror y lo siniestro.
d) Entre cambios y discursos.
El manejo de recursos económicos pone en evidencia grietas anteriores emanadas, entre otras, de una línea de tensión entre la pertenencia institucional “ponerse la camiseta de la institución” y el desarrollo profesional individual.
Este conflicto no se presenta en el líder fundacional. El o ella “son” la institución y vehiculizan los procesos de gestión, por lo tanto, “oportunidades para la institución” son “oportunidades para el líder” y viceversa.
La pertenencia con carácter de exclusividad, era un requisito que podía soportarse cuando el sostenimiento económico de las prestadoras lo daba la actividad privada - lo que tampoco fue suficientemente evaluado- las utopías exigían sacrificios y concesiones. Para las nuevas integrantes no resulta tan difícil sostener pertenencias simultáneas con otros agrupamientos profesionales, académicos, clínicos etc. – Cosa impensable para las “viejas integrantes”, que se iban a pique con el barco si éste se hundía - A la ONG se la llamaba “Institución, aún cuando el perfil no diera para ello - como “distinto al contexto del ámbito privado”. Otras diferencias “de cuño generacional” responden a procesos diversos de formación teórica y teórico- técnica. De pronto, podemos descubrir que llamamos a las mujeres que sufren maltrato como “consultantes o usuarias” del sistema y hallar que otra integrante las llama “las pacientes”. En este caso se están usando y superponiendo concepciones diferentes para nominar la tarea que se ejerce.
Las contradicciones emergentes de los cambios en las cuestiones institucionales, da lugar, a veces, a formas anárquicas y contradictorias como por ejemplo: se emplea una lógica cooperativa y participativa en los intercambios verbales y en las gestiones interinstitucionales, se expresa una valoración individualista y personalista de los logros de que se deben al conjunto. El doble discurso se generaliza. Se incrementa el uso del “nosotros” al tiempo que se suceden las actitudes y contactos “inconsultos”. Estos mecanismos evidencian obstáculos hacia una acción deseable y justa para los integrantes, se exige espíritu solidario un marco cambiante y discrecional de oportunidades para cada integrante.
Buena parte de la energía libidinal destinada al trabajo específico se ubica en la ONG en la preocupación para subsistir. Aún cuando los recursos humanos profesionalizados lleven años de experiencia en el tema -que manejan con solvencia teórica y técnica y una pertenencia institucional sólida-, esto no significa que estén preparados, capacitados o habilitados por su quehacer específico para transitar los andariveles de los procesos de gestión. La historia y/o el direccionamiento de la política institucional en la ONG las coloca por fuera de la práctica de la autonomía para la generación de contactos extra-institucionales. Las nuevas integrantes, en cambio, suelen motorizar estas gestiones con mayor movilidad y habilitación personal y llevarlas a la ONG. Luego, se necesitará rediseñar las participaciones del conjunto con referencia a los nuevos aportes. Los conflictos al interior del equipo pueden centrarse en las diferencias de poder que se establecen y de "privilegios" simbólicos y o reales que se manifiestan a partir del hallazgo de recursos o facilitaciones...
Con el ingreso de subsidios o fuentes de financiamiento, se produjeron fragmentaciones al interior de los equipos y se hizo necesario elaborar los sentimientos de discriminación o exclusión y el reconocimiento de diferencias entre los miembros. Ese momento corresponde a “las luchas fratricidas” [3]. El desempeño creativo y la propia valoración se afectan por el malestar institucional que generan las transformaciones; la fragmentación puede ser la resultante de las luchas internas y la competitividad.
La eficiencia en la capacidad de gestión otorga crédito y facilitaciones personales operando en la estructura en forma de cuño sobre los emprendimientos del conjunto, dejando afuera de iniciativas, de información y de tareas a buena parte de los equipos. La capacidad de gestión, en la tensión Sujeto/Grupo triunfa sobre el enaltecimiento del altruismo de otrora y pierde relevancia la calidad de las prestaciones.

e) Heroínas en la trinchera
La falta de marcos de apoyo externo e interno de la tarea asistencial fomenta el aislamiento del grupo de las prestadoras, provoca un reforzamiento de la concepción de “heroicidad en la trinchera” de lo asistencial y de resignación en la lucha por mejores condiciones, entre ellas, eliminar el riesgo objetivo de consultantes y prestadoras.

f) Recomendaciones. Las prácticas saludables.
1) Un equipo de atención de la violencia de género que asiste desde una ONG debe analizar permanentemente sus condiciones objetivas y subjetivas de existencia, su ideología y marco teórico al interior de la institución y su relación con otros sectores de la misma revisando sus competencias, deberes y derechos, el interjuego de roles, ideales, metas, historia, expectativas pasadas y presentes.
2) El reconocimiento de factores de contexto silenciados y sus efectos: “la parte que se brinda no es el todo que se necesita”.
3) La uniformidad de criterios de funcionamiento se debe reflejar en el uso de un protocolo consensuado.
4) Las diferencias personales y conceptuales son probables fuentes de crecimiento para el grupo de trabajo
5) El ejercicio de la producción teórica y técnica protege de efectos nocivos del “heroísmo en la trinchera”.
6) La conducción debe estimular las fortalezas, iniciativas y creatividad y promover la salida del aislamiento individual y/o colectivo que suele revestirse de omnipotencia.
7) Los equipos de trabajo deben realizar análisis periódicos con un analista psicólogo institucional para preservar a sus integrantes, elaborar los cambios y contener el stress que el mismo funcionamiento genera, fomentando la creatividad del grupo de trabajo.

Lic. Clelia Bercovich
Coordinadora Área de Salud Mental
Fundación Alicia Moreau de Justo

lunes, 27 de diciembre de 2010

PRÓLOGO de la lic. Clelia Bercovich

ANTOLOGÍA DEL PRIMER CONCURSO LITERARIO INTERNACIONAL (2009) :

" ALICIA MOREAU DE JUSTO"

25 DE NOVIEMBRE "DÍA DE LA NO VIOLENCIA HACIA LA MUJER"

Libros en Colectivo/Propia palabra.

Partido Socialista de Coronel Rosales. (Buenos Aires) Argentina


PROLOGO

Es un honor para mí escribir el prólogo de este libro, es una responsabilidad que asumo con alegría y en nombre del equipo de trabajo de la Fundación Alicia Moreau de Justo. Me interesan tanto el ejercicio profesional en el marco de la militancia social como la literatura y la iniciativa comprende ambos intereses.

El libro reúne los trabajos premiados en el Certamen Internacional de Cuento y Poesía convocado en 2009 por el Partido Socialista de Coronel Rosales, en ocasión de conmemorarse el día de “No Más Violencia contra las Mujeres”. Este día fue institucionalizado por los movimientos de mujeres en su constante denuncia de esas las diversas formas de violencia. Se escogió ese día en memoria de tres luchadoras sociales dominicanas; Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por la dictadura Leonidas Trujillo.

Parece que una de las formas de aportar algo es transmitir aquí algunos de los conceptos y comprensión alcanzada acerca de la conducta violenta hacia las mujeres que provienen de años de experiencia en el tema, en la asistencia de las víctimas, y en la prevención, la investigación , la docencia y la difusión de la temática.

Siguiendo el ideario de Alicia Moreau, en 1987 nos propusimos brindar servicios comunitarios a las mujeres y sus familias. Con la puesta en marcha de los Consultorios de Psicopatología y los gabinetes de Asistencia Legal para mujeres, la Fundación se convirtió en pionera en la atención de víctimas de violencia familiar. Puesto que, con gran asombro de los que integrábamos el equipo, observamos que el 80% de la demanda de atención, lo constituía la consulta por violencia doméstica.

¿Cómo surgió la figura Violencia familiar --hoy nominada Violencia en base al Género?—

Fue a partir de su esfuerzo por imponer, precisamente, el género como una nueva categoría de análisis, las tersas producciones del feminismo de mediados de los setenta y los ochenta, junto con los Estudios de la Vida Cotidiana, descorrieron el velo que ocultaba la vida privada y revelaron la cotidianeidad de sus actores.

Así, surgieron materiales teóricos e investigaciones que describían el día a día de las relaciones familiares, pudiéndose reconocer a la familia moderna- bastión sagrado e intocable de la sociedad- como uno de los lugares privilegiados para las inequidades basadas en el género. Resultaba una fortaleza inexpugnable y oculta en la que se desplegaban las conductas violentas hacia las mujeres, permaneciendo en el mundo privado y secreto.

Desde ese momento, comenzaron a multiplicarse los trabajos sobre violencia familiar, entendiéndose que las condiciones de opresión y subordinación eran una consecuencia de ser portadoras de la llamada “condición de género”, esto es las características de lo femenino y de lo masculino, como productos histórico-sociales.

Es en virtud de su género que las mujeres han padecido una posición dependiente y subordinada - tanto en el mundo público como en el privado. Las maniobras discriminatorias, opresivas y aún letales - Los femicidios, el tráfico de niñas para prostitución y el turismo sexual-, se soslaya reunir los diferentes fenómenos en una comprensión global que podría resultar lesiva al orden de algunos de los valores, ejercicio de poder y el sistema de privilegios existentes.
Qué se entiende por violencia de género? El artículo 1º de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 1993, lo define como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en el mundo privado.

La violencia doméstica señala la existencia de procedimientos que resultan en un aplastamiento del poder, la autonomía y los derechos humanos de las mujeres. Las bases del fenómeno se deben buscar en lo psicosocial.

La violencia doméstica asienta en una devaluación social del género femenino en el armado socio-cultural. Se estructura sobre la vigencia de estereotipos según sexo, que provienen del imaginario social y que se pueden reconocer en el lenguaje, los mitos y las representaciones de la cultura.. La identidad de género es el resultado de una evolución --que llevó centurias-- de un procesamiento cultural en el que el conflicto entre los sexos fue constituyendo la materia viva de pactos y alianzas, que, “ como la espuma del mar al mar profundo”, constituyen sólo la superficie de una historia patriarcal de poder, dominio y control en la que se construyen las subjetividades genéricas: “ lo femenino y lo masculino”.

En la violencia doméstica se pone en juego un patrón sistemático y reiterado de actos de poder sexista asumido por el maltratador -que incluye tanto acciones como omisiones- que producen daño físico, psicológico, emocional, sexual y económico. Generalmente se presentan diversas formas de manera simultánea, con una circularidad característica 1) aumento de la tensión 2) descarga violenta 3) reconciliación y/o arrepentimiento y 4) retorno inmediato de la tensión. Los estadios van acelerando su frecuencia de aparición, los períodos se van acortando, aumenta el grado de violencia y el nivel de riesgo para la afectada. Podemos encontrar todavía, frente a los “femicidios”, muerte de mujeres como culminación de procesos sistemáticos de violencia a manos de sus maridos y novios, la denominación de “crimen pasional, negándose que la violencia no es cruzada, es mono dirigida, o sea va siempre en la misma dirección.

El riesgo de vida es un componente infaltable en el proceso, las amenazas aluden a la muerte real y/o subjetiva de la víctima. Incluyen a hijos, en tanto son “lo más valioso“ que ella tiene. Las verbalizaciones del perpetrador contienen disconfirmaciones ( que cuestionan su existencia: “No sos nadie, no sos nada”) y descalificaciones (críticas que menoscaban su autoestima) enlazadas al género, apoyadas en estereotipos y mitos vigentes en la cultura.

Actitudes de control posesivo, autoritarismo y racionalizadas como desconfianza del maltratador justificada por “la conducta de su compañera”, van limitando cada vez más la autonomía, separándola de sus redes de vinculación: de su familia, amigos y trabajo hasta quedar a merced de él, quien la va fragilizando en su capacidad defensiva.

El maltratador suele presentar “una doble fachada”, en su vida pública aparece como un individuo racional, solidario y adecuado. Otros, presentan reacciones violentas fuera del ámbito doméstico. Si la violencia sistemática puertas , se acompaña de reacciones violentas en el ámbito público, aumenta el nivel de riesgo.

No se pueden establecer perfiles de personalidad correlativos a perfiles psicopatológicos determinados en el individuo violento y menos aún en las víctimas de violencia. Las bases de la conducta violenta son aprendidas. (En el 80% de los casos el maltratador perteneció a una familia en la que se ejerció violencia, mientras sólo el 20% de las mujeres maltratadas participa de las mismas características. (Investigación de la Fundación Alicia Moreau de Justo, sobre 500 casos. 1994, que revela datos coincidentes con la bibliografía internacional).

Habitualmente el maltrato se presenta acompañado de “celotipia”, acusaciones ( delirantes o no delirantes) sobre la conducta sexual de las mujeres, infidelidades reiteradas por parte de él, abuso sexual de los/las hijos menores, estafas, deudas que comprometen a las mujeres y la familia. La conducta adictiva (alcohol, drogas) y cuadros psiquiátricos también agravan sensiblemente los niveles de riesgo.

En los relatos de las víctimas, la violencia aparece como un juego anacrónico y siniestro: un escenario predecible, monótonamente reiterado-- casi tedioso-- si no fuese por el horror que conlleva: el riesgo de peligro inminente y fatal que campea en la escena.

Detrás de cada suceso violento está presente la amenaza de aniquilación física y/o subjetiva (estado de “indefensión y peligro psíquico).

Si bien resulta difícil superar los escollos ancestrales para “hacer público lo privado“, en un estado de situación en el que las víctimas no cuentan con mecanismos y recursos suficientes, denunciar resulta a veces casi una proeza

Porque no basta con la denuncia y el avance logrado en las regulaciones legales, es necesario contar también con un conjunto de recursos materiales y humanos capacitados lugares donde alojarse, trabajo y redes sociales de contención que funcionen interconectadas y una permanente ponderación de los recursos legales existentes.

Es importante también analizar el despliegue de formas de violencia abierta y encubierta en el ámbito público, perfeccionar las leyes existentes, monitorear el cumplimiento de las disposiciones jurídicas y su permanente evasión por parte de violentos que no las cumplen y, resultan impunes; evaluar los efectos emocionales en la salud de los profesionales que asisten los casos. Del mismo modo, también es necesario profundizar sobre las formas de desarrollo de las subjetividades masculinas, abriendo nuevos interrogantes que permitan comprenderlas y verificar los modelos y sus transformaciones.

En nuestro país hay un hiato considerable entre lo existente y aquello con lo que es necesario contar. Cuando recogemos, junto a los afectados, los pedazos rotos de los vínculos, lo hacemos sabiendo que brindamos “ una parte de un todo” al que aspiramos; que no basta con diagnosticar: el contexto entero de la asistencia resulta “fragilizado”, si lo que se reconoce como un flagelo mundial no es enfrentado con los recursos necesarios: planes globales para la erradicación de la violencia de género - de prevención, asistencia y capacitación -, refugios distribuidos en todo el país, leyes adecuadas que permitan actuar con rapidez y eficiencia etc.

Horrores e inequidades de raigambre ancestral conviven en nuestra sociedad moderna junto con el progreso, los avances tecnológicos, la información y la transformación de las ideas. Este mundo plural y heterogéneo sigue conservando ingredientes patriarcales que no permiten visibilizar la violencia de género, naturalizarla o banalizarla. Este “transcurrir invisible” es lo que permanentemente debemos tener en cuenta en la socialización de las nuevas generaciones.


Entender la violencia doméstica desde esta mirada es comprenderla como una cristalización emanada de la lucha entre los sexos, como un proceso dinámico que encierra la pretensión de la supremacía de uno sobre otro. Desde esta perspectiva, resulta en parte comprensible entender por qué no se denuncia.

Rasgar los velos de la privacidad y exponer a otros los secretos celosamente guardados al interior de un lugar entronizado como sagrado, es ir contra corriente. Resulta indudablemente doloroso permitir que otras instituciones sociales penetren en el mundo de la “propiedad privada”, el de la intimidad, de las costumbres, los valores y los sueños.

Haber aceptado una propuesta supuestamente “imbatible”: alinearse en sintonía con un orden histórico garante de “la felicidad”, ofreciendo el propio destino individual en aras de un libreto convencionalmente instituido y ¡terminar poniendo en riesgo la vida!

Sin duda resulta inevitable la polémica acerca de cuáles son las transacciones, las intermediaciones y las alianzas entre los géneros que dramatizan los actores sociales. No investigarlas, supondría mantener un planteo unilineal y un cese de la interrogación. Toda historia de opresión incluye su resistencia, pero ésta no se despliega de manera unívoca.

Sin embargo, a pesar de esta realidad, cada paso hacia adelante: una nueva medida que se implementa, un refugio que se abre, una investigación que incluye datos sobre incidencia o que aporta a la ampliación del marco teórico, nos alienta a seguir en el camino. Si bien la violencia de género viene reproduciéndose desde la noche de los tiempos, las transformaciones de la cultura y de las subjetividades hacen que la violencia de género no sea “aquello de lo que no se habla”. Estos trabajos son testimonio de que seguimos la apuesta de vivir en un mundo más justo y equitativo.

Finalmente, aplaudo feliz iniciativa del Partido Socialista de Coronel Rosales de celebrar el día de la “No más Violencia hacia las mujeres” con un certamen literario. La creatividad es curativa, resultado del certamen Internacional de cuento y poesía convocado en 2009 por el Partido Socialista de Coronel Rosales, en ocasión de conmemorarse el día de “No Más Violencia contra las Mujeres” Estimular la creatividad permite hacer catarsis, sublimación, convoca lo mejor de nosotros mismos, es una “vía regia “ para la reparación del daño que sufrimos o ejercemos, genera resortes sanadores que es importante multiplicar.

Lic Clelia Bercovich


Coordinadora del Area de Psicopatología de la Fundación Alicia Moreau de Justo

Secretaria del Consejo de Administración.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Nota página 12

DERECHOS

Las ministras se mueven

El máximo tribunal de Justicia de la Nación, a través de las dos mujeres que lo integran, ha puesto entre sus prioridades las cuestiones de género para corregir el modo en que afectan la libertad y la vida de las mujeres. Mientras la Oficina de Violencia Doméstica, creada por impulso de Elena Highton de Nolasco, ya recibió 16 mil denuncias en dos años, Carmen Argibay sumó otro plan destinado a funcionarios y funcionarias del Poder Judicial para que se tome cabal conciencia de cómo el machismo permea las prácticas cotidianas e impide el acceso de las mujeres a la Justicia.

Por Luciana Peker

“Las mujeres corren más peligro dentro de su casa que afuera”, sostuvo Carmen Argibay, la primera jueza en ser designada en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Con palabras casi calcadas, Elena Highton de Nolasco –la segunda integrante del máximo tribunal–, y la primera en asumir en sus funciones en el órgano más alto del Poder Judicial, mostró que en dos años la oficina que está abierta las 24 horas, los 365 días del año, en Lavalle 1250, ya recibió 16.000 denuncias. La coincidencia del trabajo de las dos abogadas pioneras en la historia argentina no sólo va en contra de la idea mediática y de la opinión pública de que el peligro está afuera, sino que también está destinada a intentar revertir los efectos de la violencia de género.

También demostró que, con distintas y variadas acciones, la Corte Suprema de Justicia de la Nación tomó la iniciativa de defender –especialmente– los derechos de las mujeres y de facilitarles el acceso a la Justicia, a pesar de las trabas y el machismo que hoy sigue rigiendo en muchos jueces, juezas, secretarios/as y funcionarios inferiores. Tanto la creación de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación –una iniciativa llevada adelante por Highton de Nolasco y coordinada por Analía Monferrer–, la apertura de una oficina similar en Tucumán –por impulso de la jueza Claudia Sdbar, la única mujer en el alto tribunal norteño– y la espera de que comiencen a funcionar otras sedes, por ejemplo en Santiago del Estero, reflejan la puesta en marcha de planes para facilitar y aumentar las denuncias de violencia sexual, económica, psicológica y física sufrida –mayoritariamente– por mujeres.

A la vez que la Oficina de la Mujer creada por Carmen Argibay presentó, el lunes 6 de septiembre, el “Plan para incorporar la perspectiva de género en la Justicia argentina”. El conjunto de planes –ya puestos en marcha, no sólo esbozados en teoría– ponen a la Corte en un rol muy activo en el abordaje, la prevención y la sanción de la violencia machista.

Pero, como todo plan que se precie, empieza por relevar con qué fuerzas se cuenta; el primer golpe de efecto destinado a crear conciencia en torno de las problemáticas de género fue presentar una obra de teatro sobre cómo el machismo coarta el acceso de las mujeres a la Justicia, frente a un público compuesto por 500 funcionarios judiciales que asistieron, el 2 de septiembre, a la “Cuarta Conferencia Nacional de Jueces”.

Una adolescente abusada sexualmente (Mónica), una mujer explotada por redes de trata (Gabriela) y una adulta mayor (Ana) maltratada por su marido ya jubilado fueron puestas en escena por un grupo de teatro de Costa Rica –Espacio Vacío– para que funcionarios y funcionarias entendieran de manera sensible cuáles son las consecuencias de sus actos. “En la práctica, los procesos judiciales deberían proteger a las mujeres y retribuirles por el daño que padecen, pero en muchas ocasiones se convierten en dolorosas travesías. La discriminación por cuestiones de género que nos impone la sociedad patriarcal alcanza también los procesos judiciales. Tanto el operario judicial como las potenciales víctimas deberían tener claro que este tipo de delitos exige un manejo especial de la víctima y sus necesidades. A través de las protagonistas de la obra vemos la dura realidad de un sistema que no escucha a las víctimas, en el cual se debe soportar el rigor de los prejuicios, la indiferencia y la falta de recursos para alcanzar la anhelada justicia”, dice un comunicado que no crítica a la Justicia desde afuera sino desde –y ese es el punto– su máximo tribunal.

Los testimonios fueron contundentes y conmovedores. Pero el logro no era sólo artístico ni discursivo. Era el eco emotivo que se producía en quienes están habituados a recibir declaraciones al ver, en la representación, a una niña que describe los abusos de su padre, mientras que quien se supone debería escucharla habla con otros, canta el feliz cumpleaños o definitivamente se aburre. Parecía, de alguna manera, la teatralización de un reto que la Corte dedicó a sus funcionarios y funcionarias.

La Justicia se topó con las injusticias que genera su trato por idea de Argibay, quien decidió traer a la Argentina esta puesta, una de las ganadoras de Proartes 2009, programa del Teatro Melico Salzar, institución que pertenece al Ministerio de Cultura de Costa Rica. Esta sorpresa que desencajó las habituales exposiciones oratorias fue ideada por la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con la colaboración de Naciones Unidas y –casi está de más decirlo– no tuvo un final feliz. Pero cumplió su objetivo: mostrar la revictimización de las víctimas una vez que dieron el difícil paso de hablar y exigir sus derechos.

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http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-5975-2010-09-10.html

viernes, 10 de septiembre de 2010

Cómo coordinamos grupos según Lic. Vilaseca

Transcribimos un fragmento del trabajo de Vilaseca en las Jornadas 2002 del Instituto de Investigaciones grupales porque nos parece que 10 años después sus ideas continúan vigentes:
"¿Qué significa coordinar grupos hoy donde impera la tendencia a la fragmentación?Un aspecto ante el cual considero fundamental tomar posición tiene que ver con la violencia.Una definición que me parece interesante es la que sostiene que violencia más alla de sus formas es lo que desconoce al otro como sujeto y lo reduce a la condición de objeto.Es desde este punto de vista que considero que el lugar del coordinador se caracteriza como lugar de la escucha y de la interrogación. El coordinador es sostenedor del silencio, como espacio de escucha, generador de condiciones de seguridad psicológicas y articulador de una fratría, posibilitador del juego dramático, atento a pesquizar y puntualizar desvíos, diferencias, cortes, tanto a lo qué se dice, cómo a la manera en que se lo dice y desde dónde.En este sentido me interesa plantear la diferencia entre opiniones personales y afirmaciones universales en las maneras posibles de intervención que se pueden favorecer en el grupo. Moreno nos hablaba del compartir como la instancia en que tengo la oportunidad de entrar en diálogo a partir de exponer mi punto de vista desde mi experiencia personal, desde mis resonancias reconociendo lo subjetivo de mi mirada y mi opinión. La importancia de hablar en nombre propio como manera de no desautorizar/violentar al otro, los otros y dando valor a la palabra propia, permite subrayar el sesgo de cada uno en el aporte a la producción colectiva, al collage grupal y generan las condiciones para el enriquecimiento de cada uno con lo de los otros.Así, nadie es dueño de “la verdad” sino que cada uno se hace cargo de su interpretación, lectura de los hechos.De esta manera aparece lo de cada uno, caso por caso, es tenido en cuenta, reconocido e incorporado. Para ello es preciso sostener la tensión de la sorpresa y alojarla desde una actitud hospitalaria para darle la oportunidad de que produzca. Por este camino se habilita como solemos metaforizar el “todos para uno y uno para todos”. Ante la sorpresa frente a las conductas de las que somos capaces los seres humanos en todos los sentidos, ante una naturaleza que aparece como dominada pero sigue siendo incontrolable, así como frente al misterio de la vida que logramos prolongar pero que continua siendo finita, me sigo haciendo preguntas en relación a los grupos y los invito a continuar interrogandose". Lic Guillermo Augusto Vilaseca Jornadas 2002 del Instituto de investigaciones grupales

lunes, 6 de septiembre de 2010

ANESTESIA

Por la espalda que da al río // en áureas carrozas // se pasean las sombras

Caen

en el mármol de las escaleras.

Tiñen

las alfombras de negro / rojo.



Es que hay bebederos con palomas

Fuentes nocturnas de aguas danzantes.

Ríos sin peces //Empalizadas

Carreteras con muros

Y desalojos públicos al alba // Las seis de la mañana en avenida Castañares



Hay niños de la basura esperando trenes

Autos sin chofer cruzando por el patio de mi casa.

Hay hombres, mujeres, tomando café y jugo de naranja.



Hay umbrales



en los que la muerte está sentada.


C.B (copyright)

Buenos Aires, 2010